EL CONDE DE CAMIÑA
Asoma en el horizonte La primera luz del día
Rompiendo nubes de grana
Y bailando las colinas;
Recibe el arroyo el beso
Que el sol en rayos le envía,
Y murmurando sus quejas
Sobre el cauce se desliza;
Muere el rocío en las flores
A que diö en la noche vida,
Y abandonando sus nidos
También las aves se agitan;
Pero al fondo de aquel valle
Que Sotomayor vigila,
Ni llegan del sol los rayos
Ni de su luz la alegría;
Que allí el genio de la guerra
Con las alas extendidas
Cubre de sombra los prados
Donde acampó el de Camilla;
Y peones y ballesteros,
Ardiendo en injustas iras,
Con sus cantares de muerte
Turban los cantos del día.
De Portugal viene el Conde
Para dar guerra ä Galicia,
Y por su venganza alienta
Y solo ä vengarse aspira.
Pasea entre sus guerreros
Su impaciencia mal dormida
Y ni un momento reposa
Con la ansiedad que le agita.
Brillan altivos sus ojos,
Ojos que despiden chispas,
Negros como sus rencores,
Grandes como su osadía;
Y al advertir que la aurora
Doraba las altas cimas,
Ciñóse el ancho tajante
Y saltó sobre la silla
De un alazán poderoso
Que altanero sostenía
Su paramento de hierro,
Pródigo en labores ricas.
Y en una pequeña altura
Desde la cual descubría
Casi todos sus guerreros
Que ya animosos sentían,
Al ver al altivo Conde,
Aquella impaciencia misma,
Habló así Pedro Madruga
Primer Conde de Camina:
—«A todos hablo; que todos
Dejen dormidas las lenguas
Y despierten los oidos,
Que oir bién les interesa.
Sabeis que en mis heredades
Mueven los villanos guerra
Y osaron llegar itraidores!
De su sefior tí la hacienda.
Sabeis como, aleccionados
Por los que en Ferrol inquietan
A los señores de Andrade,
Aun más inquietarme anhelan,
Pues dueños de mis castillos
Y señores de mis tierras,
Proyectan, y acaso logran,
Fabricar con mis almenas
Para sus huertos murallas
Para sus hogares piedras.
Dicese que Pedro Osorio (1)
Las hordas capitanea,
Y que Lanzös (2) y el de Lemos (3)
Lo ayudan en la contienda.
Dícese, en fin, que ¡cobardes!
En el Castro de Framela Juntáronse ayer mañana,
Sabedores de mi vuelta,
(1) Era personaje de elevada alcurnia, puesto que era hijo segundo del Conde de Trastarnara: y tal vez por ser segundo de una do las casas mäs principales, so pusiera al frente del movimiento pcipular.—B. VICETTO: Historia de Galicia, Tomo tv.
(2) «Alonso de Lanzós tenia su solar en Betanzos con veinte do ä caballo y cuatrocientos vasallos y muchas behetrias.» — VAsco OE APONTE.
(3) Diego do Lomos era caballero de pró, cuñado del Conde de Camilla, que no debe confundirse con el Conde viejo do Lomos, contemporäneo, que cita el mismo Vasco APONTE.
Y a que mis bienes recobre
Locos oponerse intentan,
Cerrándome el libre paso
Para mi castillo y tierras.
Tal vez unidos lo juran,
Tal vez, al jurarlo, piensan
Quo Sotomayor de oirlo
Sobre sus cimientos tiembla.
Y ¡vive Dios! que yo solo.
Bastaría á mi defensa,
Si de mi defensa ahora
Se tratase en la pelea.
Mas quiero hacer tal venganza
Con los que así se revelan,
Que jamás vuelva un villano
A abrigar tan loca idea.
Al arma, pues, y cien muertes
Vomite cada ballesta,
Y no descansen los brazos
Mientras que moverse puedan.
Y ya que en .Framela juran
Y allí ä su señor afrentan,
Allí vamos á buscarlos
Y ä matarlos... en Framelal»
Lanzaron todos los labios,
O ahullaron mejor, un ¡viva!
Y al apagarse los ecos
De la guerrera caricia,
Moviéronse presurosos
Como las olas altivas,
Que al sentir el soplo fuerte
Del viento que las anima,
Se alzan, se empujan, se estrechan,
Rechazan, tiemblan y gritan.
Con cincuenta lanzas largas
Jamás por nadie vencidas,
Y cincuenta ballesteros,
Que al César dieran envidia,
Formó el Conde su vanguardia,
Y siguiéronla enseguida
Mil peones encorazados
Que con hierro se cubrían;
Y dos mil medios lanceros
Sobre cuya frente erguida,
Del pesado y duro casco
El limpio acero lucía.
Saludaron las trompetas
La brillante comitiva
Y con sus toques guerreros
Anunciaron la partida.
Y como alud poderoso
Que al valle se precipita,
Rodando por la pendiente
De la elevada colina,
Tal comenzaron su marcha
Para azote de Galicia,
Y a Framela encaminaron
Sus pasos, y en su campiña
No tardó en oirse el choque
De las armas homicidas.
II
No en vano esperan al Conde
Los que a Framela vinieron,
Y no en vano se preparan
Al choque, pues va a ser recio.
Son ya dos mil los villanos
Que mandan Osorio y Lemos,
Y son quinientas las lanzas
Que á Alonso Lanzós siguieron.
Arde en sus pechos la rabia
Como en sus ojos el fuego
De la venganza, y esperan
El triunfo por sus esfuerzos.
Más tal vez en el empuje
Verán morir sus deseos,
Que ellos son pocos, y siguen
Al Conde muchos y buenos.
De poco sirve al villano
Buscar valor al recuerdo
De las pasadas injurias,
De los sufridos tormentos.
Para alcanzar la victoria
No basta oponer el pecho,
Si fuerte ante los pesares,
Débil ante los aceros.
Si le sobraran las armas
Como le sobra el esfuerzo,
Si con torrentes de sangre
Se llegase al triunfo cierto,
No tornaría el villano
A ser víctima del feudo,
Y ä su empuje rodaría
Sotomayor por el suelo.
Cuando las brisas lejanas
Hasta Framela trajeron
De las trompetas del Conde
Los ya belicosos ecos,
Cobraron todos las armas
Y altivos se extremecieron.
Preparáronse á la lucha,
Cubrieron todos sus puestos,
Y á sus bravos capitanes
Escucharon en silencio.
Desnudo el hierro en la mano
Habló Lanzós el primero
Y dijo:—«Llegó la hora
De probar que los gallegos
Antes que vivir esclavos
Quieren morir como buenos. e,
Sabreis batallar?»
Y todos Contestaron:
—«Si, sabremos.»
Osorio volvió ä los suyos
El rostro, y con filme acento
Preguntóles:—«
Y vosotros, e,Sabreis vencer?»
—«Venceremos.»
A los peones que mandaba
—«¿Sabreis luchar?» dijo Lomos;
Y los peones, tí una,
—«Sabremos morir,» dijeron.
III
Fué el choque sangriento y rudo,
La embestida formidable,
Y los villanos perdieron
Honra y vida en el combate:
Muchos mordieron el polvo,
Ni uno solo huyó cobarde,
Y las gentes de Camiña
Pudieron, ciegas, cebarse
En los vencidos pecheros
Que nadaban en su sangre
Y aun al morir escupían
Al rostro de los infames.
El feroz Pedro Madruga,
Rayo ciego en aquel lance,
Por todas partes hería,
Por donde quiera, incansable,
Daba pasto á sus instintos
Abriendo á sus iras cauces.
Y en los campos de Framela
Alzóse el noble triunfante,
Mientras vi6 rodar vencido
La rebelión su estandarte.
Camina con su victoria
Alcanzó el triunfo mas grande
Por que afirmó los cimientos,
Del poder ya vacilante.
Y otra vez subió á los montes,
Y otra vez bajó á los valles,
La espantosa tiranía
De los senores feudales.
'Fuó el Señor de choza en choza
Resucitando humildades
Y se alzaron los señores
En los vencidos solares.
Tornó el villano al terruño,
La hoguera volvió ti apagarse
Y se forjaron los grillos
Con los hierros del combate.
En la embriaguez del triunfo
Vió Camina acrecentarse
Sus ambiciones dormidas
Por viejas contrariedades.
Ya sometido el plebeyo
Y afianzados los solares,
Pensó en dar guerra ä los nobles
Y al poder de los abades,
Porque creyó que en Galicia
Era su casa bastante
Para mantener enhiesto
El pendón de los feudales.
Y cayeron al empuje
De sus mesnadas triunfantes
Los castillos de Troncoso,
Maldonado, Valladares,
Cadaval, Tenorio, Lira,
Ponte, Proben y Romalde.
Prendió Camina al obispo
De Tuy, y para afrentarle
En una jaula encerróle
Como desprecio y ultraje.
Nobles y obispos le vieron
Por Señor 'Único alzarse
Y se rindieron las villas
Como los castillos antes.
Fue aquella la llamarada,
Como postrera mas grande,
Que el feudalismo en Galicia
Logró encender un instante.
Herido estaba lo herido:
Soplaban los vendavales
Del progreso, y empujaban
Los tiempos hacia adelante.
Por que al realizar Camina
De su soberbia los planes,
Alzando en solo una torre
La bandera abominable,
Logró allanar el camino
De todas las libertades;
Que á ser los castillos muchos
Vencerlos no fuera fácil.
FUENTE:
Romancero de Galicia (Benito Vicetto,1878)
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