viernes, 29 de diciembre de 2017

PEDRO ALVAREZ DE SOTOMAYOR EN : EL CONDE DE CAMIÑA ( BENITO VICCETO ).


EL CONDE DE CAMIÑA

Asoma en el horizonte La primera luz del día 
Rompiendo nubes de grana 
Y bailando las colinas; 
Recibe el arroyo el beso 
Que el sol en rayos le envía,
 Y murmurando sus quejas 
Sobre el cauce se desliza;



Muere el rocío en las flores 
A que diö en la noche vida, 
Y abandonando sus nidos 
También las aves se agitan;
 Pero al fondo de aquel valle 
Que Sotomayor vigila,
 Ni llegan del sol los rayos 
Ni de su luz la alegría;
 Que allí el genio de la guerra 
Con las alas extendidas 
Cubre de sombra los prados
 Donde acampó el de Camilla; 
Y peones y ballesteros,
 Ardiendo en injustas iras,
 Con sus cantares de muerte 
Turban los cantos del día. 
De Portugal viene el Conde 
Para dar guerra ä Galicia, 
Y por su venganza alienta 
Y solo ä vengarse aspira.
 Pasea entre sus guerreros
 Su impaciencia mal dormida 
Y ni un momento reposa 
Con la ansiedad que le agita.
 Brillan altivos sus ojos,
 Ojos que despiden chispas, 
Negros como sus rencores,

Grandes como su osadía; 
Y al advertir que la aurora 
Doraba las altas cimas, 
Ciñóse el ancho tajante 
Y saltó sobre la silla 
De un alazán poderoso
 Que altanero sostenía 
Su paramento de hierro,
Pródigo en labores ricas. 
Y en una pequeña altura
 Desde la cual descubría
 Casi todos sus guerreros 
Que ya animosos sentían, 
Al ver al altivo Conde, 
Aquella impaciencia misma,
 Habló así Pedro Madruga 
Primer Conde de Camina:
—«A todos hablo; que todos 
Dejen dormidas las lenguas 
Y despierten los oidos, 
Que oir bién les interesa.
 Sabeis que en mis heredades
 Mueven los villanos guerra 
Y osaron llegar itraidores! 
De su sefior tí la hacienda.

Sabeis como, aleccionados 
Por los que en Ferrol inquietan
 A los señores de Andrade, 
Aun más inquietarme anhelan, 
Pues dueños de mis castillos 
Y señores de mis tierras,
 Proyectan, y acaso logran, 
Fabricar con mis almenas
 Para sus huertos murallas 
Para sus hogares piedras. 
Dicese que Pedro Osorio (1) 
Las hordas capitanea, 
Y que Lanzös (2) y el de Lemos (3) 
Lo ayudan en la contienda.
 Dícese, en fin, que ¡cobardes! 
En el Castro de Framela Juntáronse ayer mañana, 
Sabedores de mi vuelta,

(1) Era personaje de elevada alcurnia, puesto que era hijo segundo del Conde de Trastarnara: y tal vez por ser segundo de una do las casas mäs principales, so pusiera al frente del movimiento pcipular.—B. VICETTO: Historia de Galicia, Tomo tv. 

(2) «Alonso de Lanzós tenia su solar en Betanzos con veinte do ä caballo y cuatrocientos vasallos y muchas behetrias.» — VAsco OE APONTE. 
(3) Diego do Lomos era caballero de pró, cuñado del Conde de Camilla, que no debe confundirse con el Conde viejo do Lomos, contemporäneo, que cita el mismo Vasco APONTE.

Y a que mis bienes recobre 
Locos oponerse intentan, 
Cerrándome el libre paso
 Para mi castillo y tierras.
 Tal vez unidos lo juran, 
Tal vez, al jurarlo, piensan 
Quo Sotomayor de oirlo 
Sobre sus cimientos tiembla. 
Y ¡vive Dios! que yo solo.
 Bastaría á mi defensa, 
Si de mi defensa ahora 
Se tratase en la pelea. 
Mas quiero hacer tal venganza 
Con los que así se revelan,
 Que jamás vuelva un villano 
A abrigar tan loca idea. 
Al arma, pues, y cien muertes 
Vomite cada ballesta, 
Y no descansen los brazos 
Mientras que moverse puedan. 
Y ya que en .Framela juran 
Y allí ä su señor afrentan, 
Allí vamos á buscarlos 
Y ä matarlos... en Framelal»
Lanzaron todos los labios,
 O ahullaron mejor, un ¡viva!

Y al apagarse los ecos 
De la guerrera caricia,
 Moviéronse presurosos
 Como las olas altivas,
 Que al sentir el soplo fuerte 
Del viento que las anima,
 Se alzan, se empujan, se estrechan, 
Rechazan, tiemblan y gritan. 
Con cincuenta lanzas largas 
Jamás por nadie vencidas, 
Y cincuenta ballesteros, 
Que al César dieran envidia, 
Formó el Conde su vanguardia, 
Y siguiéronla enseguida 
Mil peones encorazados 
Que con hierro se cubrían; 
Y dos mil medios lanceros 
Sobre cuya frente erguida, 
Del pesado y duro casco 
El limpio acero lucía. 
Saludaron las trompetas
La brillante comitiva 
Y con sus toques guerreros 
Anunciaron la partida. 
Y como alud poderoso 
Que al valle se precipita, 
Rodando por la pendiente

De la elevada colina, 
Tal comenzaron su marcha 
Para azote de Galicia, 
Y a Framela encaminaron 
Sus pasos, y en su campiña 
No tardó en oirse el choque
 De las armas homicidas.

II

No en vano esperan al Conde 
Los que a Framela vinieron,
 Y no en vano se preparan 
Al choque, pues va a ser recio. 
Son ya dos mil los villanos 
Que mandan Osorio y Lemos, 
Y son quinientas las lanzas 
Que á Alonso Lanzós siguieron. 
Arde en sus pechos la rabia 
Como en sus ojos el fuego 
De la venganza, y esperan 
El triunfo por sus esfuerzos. 
Más tal vez en el empuje 
Verán morir sus deseos, 
Que ellos son pocos, y siguen 
Al Conde muchos y buenos.

De poco sirve al villano 
Buscar valor al recuerdo 
De las pasadas injurias, 
De los sufridos tormentos.
 Para alcanzar la victoria 
No basta oponer el pecho, 
Si fuerte ante los pesares,
 Débil ante los aceros. 
Si le sobraran las armas 
Como le sobra el esfuerzo, 
Si con torrentes de sangre 
Se llegase al triunfo cierto, 
No tornaría el villano
 A ser víctima del feudo, 
Y ä su empuje rodaría
 Sotomayor por el suelo. 
Cuando las brisas lejanas 
Hasta Framela trajeron 
De las trompetas del Conde
 Los ya belicosos ecos, 
Cobraron todos las armas 
Y altivos se extremecieron. 
Preparáronse á la lucha, 
Cubrieron todos sus puestos, 
Y á sus bravos capitanes 
Escucharon en silencio. 
Desnudo el hierro en la mano

Habló Lanzós el primero 
Y dijo:—«Llegó la hora 
De probar que los gallegos 
Antes que vivir esclavos 
Quieren morir como buenos. e,
Sabreis batallar?» 
Y todos Contestaron:
«Si, sabremos.» 
Osorio volvió ä los suyos 
El rostro, y con filme acento
 Preguntóles:—« 
Y vosotros, e,Sabreis vencer?»
«Venceremos.»
 A los peones que mandaba 
«¿Sabreis luchar?» dijo Lomos; 
Y los peones, tí una,
 —«Sabremos morir,» dijeron.

III

Fué el choque sangriento y rudo,
 La embestida formidable, 
Y los villanos perdieron 
Honra y vida en el combate: 
Muchos mordieron el polvo, 
Ni uno solo huyó cobarde, 
Y las gentes de Camiña 
Pudieron, ciegas, cebarse


En los vencidos pecheros 
Que nadaban en su sangre 
Y aun al morir escupían 
Al rostro de los infames.
 El feroz Pedro Madruga, 
Rayo ciego en aquel lance, 
Por todas partes hería, 
Por donde quiera, incansable, 
Daba pasto á sus instintos
 Abriendo á sus iras cauces. 
Y en los campos de Framela 
Alzóse el noble triunfante,
 Mientras vi6 rodar vencido 
La rebelión su estandarte. 
Camina con su victoria 
Alcanzó el triunfo mas grande 
Por que afirmó los cimientos, 
Del poder ya vacilante. 
Y otra vez subió á los montes, 
Y otra vez bajó á los valles, 
La espantosa tiranía 
De los senores feudales. 
'Fuó el Señor de choza en choza
 Resucitando humildades 
Y se alzaron los señores 
En los vencidos solares. 
Tornó el villano al terruño,


La hoguera volvió ti apagarse 
Y se forjaron los grillos 
Con los hierros del combate. 
En la embriaguez del triunfo 
Vió Camina acrecentarse 
Sus ambiciones dormidas
 Por viejas contrariedades. 
Ya sometido el plebeyo 
Y afianzados los solares,
Pensó en dar guerra ä los nobles 
Y al poder de los abades,
 Porque creyó que en Galicia 
Era su casa bastante 
Para mantener enhiesto 
El pendón de los feudales. 
Y cayeron al empuje 
De sus mesnadas triunfantes 
Los castillos de Troncoso,
 Maldonado, Valladares, 
Cadaval, Tenorio, Lira,
 Ponte, Proben y Romalde. 
Prendió Camina al obispo 
De Tuy, y para afrentarle 
En una jaula encerróle 
Como desprecio y ultraje. 
Nobles y obispos le vieron
 Por Señor 'Único alzarse

Y se rindieron las villas 
Como los castillos antes.
 Fue aquella la llamarada, 
Como postrera mas grande,
 Que el feudalismo en Galicia 
Logró encender un instante.
 Herido estaba lo herido: 
Soplaban los vendavales
 Del progreso, y empujaban 
Los tiempos hacia adelante.
 Por que al realizar Camina 
De su soberbia los planes,
 Alzando en solo una torre
 La bandera abominable, 
Logró allanar el camino
 De todas las libertades; 
Que á ser los castillos muchos 
Vencerlos no fuera fácil.

FUENTE:

Romancero de Galicia (Benito Vicetto,1878)

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