lunes, 25 de diciembre de 2017

PEDRO ALVAREZ DE SOTOMAYOR EN : CASTILLO DEL SOBROSO.



   La arqueología es una ciencia sin fronteras. Y ello es así porque jamás se dejarán de descubrir en nuestro pequeño planeta preciados recuerdos de las diversas épocas históricas; como nunca se dejarán do exhumar monumentos ignorados, testimonios de la existencia humana y de las luchas que esa existencia provocaba en tiempos que hoy nos aparecen velados por místicas nieblas. 



 Galicia ha sido desde luengos tiempos una tierra de extremado interés para los arqueólogos. Independiente á través de los siglos, orgullosa de que su alejamiento natural  la mantuviese al margen de las empresas aventureras á que se entregaban los soberanos de los siglos xii y xiv en su política, de mutuo despojo, esa región ha venido guardando celosamente las bellezas de sn pasado histórico, defendiéndolas de los atentados nada escrupulosos de los dominadores del mundo. 

   Ahora bien; una do esas bellezas es el castillo del Sobroso, situado en el monto Landin, á, dos kilómetros de Mondáriz y á veintiehico del puerto do Vigo. No andan muy de acuerdo los historiógrafos acerca de 1ª fecha de la fundación de esta fortaleza. Con todo, la Historia de Galicia atribuye su origen á las postrimerías del siglo xi, lo que no impide á ciertos arqueólogos, de indiscutible autoridad, afirmar que el castillo en cuestión data de la centuria anterior. 

   La imponente estructura, on la que predomina el estilo románico puro, hállase coronada por tres torres y defendida por murallas de enorme espesor, aspílleradas y almenadas. Una do las torres, la del Homenaje, que podría considerarse como inexpugnable, debido á su elevación de unos treinta metros y á la robustez de su construcción, domina y asegura el extenso y fértil valle que se prolonga hasta las montañas de la frontera portuguesa.

    Este histórico castillo, que bien merece el nombre de monumento nacional, posee una galería subterránea de cuatro kilómetros quo conduce á las mismas márgenes del río Tea, y por la que hubo de escapar la Reina Doña Urraca, con su hijo Alfonso, para refugiarse en Santiago do Compostela, con lo que evitó caer en manos do los guerreros portugueses, que, fieles á su hermana Teresa, tenían puesto estrecho cerco á la fortaleza.

    Los castellanos del Sobroso conservaron sus fueros y privilegios hasta época relativamente cercana. Todavía en 1785 ejercía jurisdicción sobre lu villa do Puenteáreas y todos los pueblos del contorno,que hoy constituyen el partido judicial de Puenteáreas. 

    Él vasto señorío pertenecía á la familia do los Soveroso, entre cuyos más ilustres miembros figuraron D. Gil Vázquez de Soveroso, casado con doña María Arias de Fornelos, padres ambos de doña Teresa GiI Soveroso,esposa del Rey Alfonso IX de León. Por efecto de diversas alianzas entre las familias de Soveroso, Villamayor y Sarmiento, el castillo pasó á propiedad de D. Pedro Ruiz Sarmiento de Villamayor, señor de Ribadavia, al que Don Juan I hubo de conceder por privilegio rodado, fechado en Burgos el 19 de Agosto de 1379, la designación de Estado de Soveroso, llamado más tarde do Sobroso. 

   La separación de los señoríos de Ribadavia y Sobroso se realizó en tiempos de D. García Sarmiento, casado con D.* Teresa do Sotomayor. que llevó como dote el señorío de Salvatierra de Miño. De este matrimonio nació D. Diego Sarmiento de Sotomayor, que á su vez contrajo enlace con doña Leonor Valladares y Meira. Por aquel tiempo un voraz incendio destruyó el castillo, que hubo de ser reconstruido con arreglo al estilo dominante en el siglo XV. 

    Enemigo mortal de D. García Sarmiento hubo de ser D. Pedro Alvarez de Sotomayor, el llamado Pedro Madruga, noble señor, cuyas desmedidas ambiciones le hicieron concebir el proyecto de apoderarse del castillo del Sobroso como medio 
de igualar con su extensa jurisdicion en Galicia la que ya poseía en Portugal con el título de Conde de Camiña.

   Repetidos asedios del castillo hubieron de convencer á Pedro Madruga de la imposibilidad de tomarlo por la fuerza de las armas. Entonces, á fuer de hombre justamente reputado de astuto, discurrió una traza muy común en la guerra de aquellos tiempos. Al efecto, hizo levantar á poca distancia, en las cercanías de la Picaraña, una torre fortificada que dejó guarnecida con pocos guerreros. 


   Atacada po D. García, cayó en la emboscada que le tendiera Pedro Madruga, quien llevando consigo al prisionero se presentó ante el castillo del Sobroso, intimando su rendición bajo amenaza de degollar al preso. Pero ni en aquella ocasión ni en otras varias en que el belicoso Alvarez de Sotomayor empleó el mismo recurso para ganar la posesión del castillo, logró de su valeroso alcaide, Lope do Abella, el fin que se proponía, oyendo invariablemente esta enérgica respuesta: <podeis degollar, si os place, á mi señor, pero vos no entraréis aquí.» 

    Contra lo que hubiera podido esperarse en un adversario del temple de Pedro Madruga, no mandó éste descabezar á su prisionero, sino que se lo llevó como rehenes á su villa de Salvatierra, y sólo hubo de devolverlo la libertad ante la incontrastable presión que sobre él ejercieron los nobles gallegos, coaligados bajo la férrea mano del célebre arzobispo do Santiago D. Alfonso de Fonseca. 

Es'a coalición acabó por destruir' totalmente el formidable poderío de Pedro Madruga, que al fin y A la postre se vio obligado á levantar el cerco de Sobroso y tornarse á Portugal. Como consecuencia de ello, el señorío de Sobroso y de Salvatierra permaneció en la família de los Sarmiento, transmitiéndose de padres á hijos. 

   Citemos entro ellos á D. Diego Sannionto de Sotomayor, que on I1613 recibió de Felipe III el título de conde de Salvatierra, En 1625 Felipe IV concedió á García Sarmiento de Sotomayor, primo de D. Diego, el título de marqués de Sobroso.
Diversos enlaces unieron luego la casa de Sobroso con las de Pie de Concha y la dual de Híjar,pasando hace treinta años la propiedad del castillo  al conde de  Torrecedeira, de Vigo, y en 1923 a la de D. Alejo Carrera Muñoz, distinguido periodista que con todo cariño procura restaurar el histórico edificio, á fin de evitar la total ruina de esto monumento, que desde hace nuevo siglos se yergue fiero y amenazador sobro su pedestal de granito. 








FUENTE: LA ESFERA AÑO 1925


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